Paradojas de la desigualdad
Región
marcada por la desigualdad, América Latina, es propensa también, o justamente
por eso, a las paradojas.
Las condiciones en las que se tiene acceso a los
bienes y servicios asociados a Internet, no podían ser, en ese sentido, la
excepción.
El
informe de la Comisión Económica para América Latina es claro. Las cifras de
usuarios que usan Internet corre por un lado; el número de hogares que tienen
acceso a Internet, por otro.
Así, señala CEPAL, “no siempre los países que
tienen el mayor porcentaje de usuarios de Internet tienen el mayor porcentaje
de hogares conectados”.
La
explicación es relativamente sencilla, mas no por ello debería ser subestimada.
Ante la falta de posibilidades de tener acceso a Internet desde su casa, los
usuarios recurren a sitios públicos, Cybercafés, bibliotecas, oficinas u otros
sitios donde pueden conectarse a la Red.
No
es poco común, incluso, el número de usuarios que “rastrean”, por no decir,
“pepenan” redes que eventualmente están abiertas, incluidas las privadas, para
“colgarse” de ellas y tener así algunos minutos de conexión.
Sin importar, por
supuesto, que esta conexión sea de mala calidad, intermitente o se corte en
cualquier momento.
En
los países desarrollados, muestran los estudios, a diferencia de América
Latina, la masificación de Internet está fuertemente ligada a las preferencias
personales o la brecha generacional.
Entre los latinoamericanos, sin embargo,
la variable principal sigue siendo la falta de infraestructura, así como las
determinaciones de capacidad de gasto de los hogares de la región.
En
su estudio, la CEPAL reporta una disparidad considerable entre los
países de la región, en relación con el porcentaje de hogares que cuentan con
una conexión a Internet.
Así, las cifras van, de menos del 10% en Guatemala a
casi un 50% en Costa Rica. El Salvador, Bolivia y República Dominicana está
entre el 10 y el 20%. En la franja del 20 al 30% se hallan Perú, Ecuador, Paraguay
y Panamá. Del 30 al 40%, Colombia y Chile.
Y entre el 40 y el 50%, Brasil,
Uruguay y Costa Rica.
Vale
decir, aunque merece un comentario de mayor calibre aparte, que ninguno de los
13 países que se enlistan, ninguno, ha logrado que la brecha entre hogares
urbanos conectados a Internet y sus pares en el ámbito rural, sea menor del
10%.
Lo que vuelve a remarcar las desigualdades interiores que cada uno de los
países latinoamericanos padece.
¿Es
suficiente con que los ciudadanos latinoamericanos tengan acceso a Internet sin
importar de qué manera lo hagan? Evidentemente, no.
El asunto no es sólo una
cuestión de comodidad, rapidez o facilidad. Aunque también lo es.
Sino
fundamentalmente de acceso a servicios básicos que cada uno de los Estados es
responsable de brindar a sus connacionales.
Adicionalmente,
el asunto debe pasar por una valoración del orden cualitativo. Y ésta se
refiere a las condiciones personales en las que las y los ciudadanos
latinoamericanos se conectan a la Red.
Hacerlo
pepenando redes de otros, en medio del bullicio de un cibercafé, al aire libre
en un parque, les otorga la conexión como tal.
Pero esas condiciones no son los suficientemente óptimas para
gozar plenamente de la información y posibilidades comunicacionales que
Internet ofrece.
La
carencia del servicio en el hogar, dificulta, por no decir imposibilita que un
número muy grande de latinoamericanos y caribeños puedan leer, escribir,
investigar, disfrutar, en fin, construir un espacio personal con el mundo a
través de Internet.
Se conectan, sí; pero con penuria, y, sobre todo, falta de
un espacio propio, ya no digamos íntimo.
Derecho al que tienen, por supuesto.
El autor preside AlfabetizaDigital A.C.
@atenoriom
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