domingo, 27 de agosto de 2017

¿Está condenada América Latina a un Internet sólo de consumo?


 La raquítica exportación de productos de alta tecnología y las formas de consumo de Internet en América Latina

Existe, sin duda, lo que se llama el círculo virtuoso de la inversión en Investigación y Desarrollo.

Identificado a nivel mundial bajo el esquema de I+D, la inversión que los países destinan a estos dos ámbitos relacionados, se halla directamente vinculada con la cadena de producción de bienes y servicios tecnología y, desde luego, con su consumo.

Pareciera en principio que se trata, sólo, de un problema de competitividad y los índices que de ésta se desprenden y sitúan a los países en una escala mundial que les mide entre sí.

Mas, visto en un horizonte más amplio, la relación un guardan los porcentajes de inversión que cada Estado destina a la dupla Investigación y Desarrollo, impacta por supuesto sobre la competitividad, pero va mucho más allá.

Una de las variables que permite a los países desarrollados alcanzar esa condición, es la capacidad para generar lo que se identifica como productos de alta intensidad tecnológica.

No hay país desarrollado que no participe del mercado de exportación de productos altamente avanzados.

La producción y no sólo el consumo de tecnología avanzada es el engrane que articula un sistema en el que el sistema productivo se encuentra estrechamente relacionado con la Investigación y el Desarrollo.

Aún más. 

Todos los estudios refieren a la necesidad que enfrentan los sectores que producen bienes y servicios de alta intensidad, de trabajadores y trabajadoras con capacidades avanzadas. Es decir, con una inmersión y dominio mayor de lo tecnológico.



Estamos hablando aquí, entonces, de participantes de la cadena productiva cuyo vínculo con la tecnología será no sólo cuantitativa sino, de modo fundamental, cualitativamente mayor.

En la medida en que las naciones requieren, y forman, más científicos y técnicos calificados, en esa misma medida, también, su calificación cualitativa como consumidores de tecnologías, en particular de TICs, tenderá a ser más participativa y crítica.

Los reportes de la Comisión Económica para América Latina son claros al contrastar exportaciones e importaciones por habitante de bienes de media y alta intensidad de América Latina y el Caribe, en relación con lo que sucede en países desarrollados.

De acuerdo con datos escogidos para el año 2014, pero que resultan orientadores, la CEPAL indica que en promedio los países con altos índices de desarrollo exportan, al año, bienes y servicios de alta intensidad tecnológica por unos 2,000 dólares por habitante.

A excepción de México y Costa Rica, la situación en todos los demás países latinoamericanos y del Caribe es dramáticamente contrastante.

Sólo México alcanza los 2,000 dólares por habitante en promedio en exportaciones de bienes de alta intensidad tecnológica. Costa Rica alcanza a exportar 1,000 dólares en promedio por habitante al año.

De ahí en fuera, el esto de todas las naciones en América Latina revelan que no alcanza cada una ni siquiera los 500 dólares en promedio per cápita por año.

Adicionalmente encontramos que, también de manera contrastante, ahí donde logra forjarse el círculo virtuoso que implica la generación de productos de tecnología intensiva, se presentan además condiciones de superávit en su saldo de tecnología media y avanzada.

Por el contrario, en los que respecta a los países latinoamericanos y caribeños el déficit entre lo que exportan e importan en materia de productos de tecnología intensiva, es en todos los casos deficitaria.

Panamá, Bolivia, Perú, Paraguay y Nicaragua muestran una exportación prácticamente nula de productos de alta tecnología, y de modo no menos alarmante, una también casi nula importación de este tipo de bienes.

De tal manera que la ausencia de técnicos especializados y de científicos ligados a procesos de innovación y desarrollo, o su presencia sin fuentes de empleo, crea condiciones desfavorables en lo económico.

Del mismo modo que lo son en el plano de consumos críticos, informados de bienes y servicios digitales en esas naciones.

La inversión en innovación y desarrollo, es cierto, no resolverá por sí misma los graves problemas de inclusión social en materia de acceso a tecnologías complejas. 

Pero mucho menos puede obviarse, en una región que, en palabras de la CEPAL, “se muestra como la más desigual del mundo”.

@atenoriom
Antoniotenorio.com


El autor es Presidente de AlfabetizaDigital A.C.











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