La raquítica exportación de productos de alta tecnología y las formas de consumo de Internet en América Latina
Existe, sin duda, lo que se llama el círculo virtuoso de la inversión en
Investigación y Desarrollo.
Identificado a nivel mundial bajo el esquema de I+D, la inversión que
los países destinan a estos dos ámbitos relacionados, se halla directamente
vinculada con la cadena de producción de bienes y servicios tecnología y, desde
luego, con su consumo.
Pareciera en principio que se trata, sólo, de un problema de
competitividad y los índices que de ésta se desprenden y sitúan a los países en
una escala mundial que les mide entre sí.
Mas, visto en un horizonte más amplio, la relación un guardan los
porcentajes de inversión que cada Estado destina a la dupla Investigación y
Desarrollo, impacta por supuesto sobre la competitividad, pero va mucho más
allá.
Una de las variables que permite a los países desarrollados alcanzar esa
condición, es la capacidad para generar lo que se identifica como productos de
alta intensidad tecnológica.
No hay país desarrollado que no participe del mercado de exportación de
productos altamente avanzados.
La producción y no sólo el consumo de tecnología avanzada es el engrane
que articula un sistema en el que el sistema productivo se encuentra
estrechamente relacionado con la Investigación y el Desarrollo.
Aún más.
Todos los estudios refieren a la necesidad que enfrentan los
sectores que producen bienes y servicios de alta intensidad, de trabajadores y
trabajadoras con capacidades avanzadas. Es decir, con una inmersión y dominio
mayor de lo tecnológico.
Estamos hablando aquí, entonces, de participantes de la cadena
productiva cuyo vínculo con la tecnología será no sólo cuantitativa sino, de
modo fundamental, cualitativamente mayor.
En la medida en que las naciones requieren, y forman, más científicos y
técnicos calificados, en esa misma medida, también, su calificación cualitativa
como consumidores de tecnologías, en particular de TICs, tenderá a ser más
participativa y crítica.
Los reportes de la Comisión Económica para América Latina son claros al
contrastar exportaciones e importaciones por habitante de bienes de media y
alta intensidad de América Latina y el Caribe, en relación con lo que sucede en
países desarrollados.
De acuerdo con datos escogidos para el año 2014, pero que resultan
orientadores, la CEPAL indica que en promedio los países con altos índices de
desarrollo exportan, al año, bienes y servicios de alta intensidad tecnológica
por unos 2,000 dólares por habitante.
A excepción de México y Costa Rica, la situación en todos los demás
países latinoamericanos y del Caribe es dramáticamente contrastante.
Sólo México alcanza los 2,000 dólares por habitante en promedio en
exportaciones de bienes de alta intensidad tecnológica. Costa Rica alcanza a
exportar 1,000 dólares en promedio por habitante al año.
De ahí en fuera, el esto de todas las naciones en América Latina revelan
que no alcanza cada una ni siquiera los 500 dólares en promedio per cápita por
año.
Adicionalmente encontramos que, también de manera contrastante, ahí
donde logra forjarse el círculo virtuoso que implica la generación de productos
de tecnología intensiva, se presentan además condiciones de superávit en su
saldo de tecnología media y avanzada.
Por el contrario, en los que respecta a los países latinoamericanos y
caribeños el déficit entre lo que exportan e importan en materia de productos
de tecnología intensiva, es en todos los casos deficitaria.
Panamá, Bolivia, Perú, Paraguay y Nicaragua muestran una exportación
prácticamente nula de productos de alta tecnología, y de modo no menos
alarmante, una también casi nula importación de este tipo de bienes.
De tal manera que la ausencia de técnicos especializados y de
científicos ligados a procesos de innovación y desarrollo, o su presencia sin
fuentes de empleo, crea condiciones desfavorables en lo económico.
Del mismo modo que lo son en el plano de consumos críticos, informados
de bienes y servicios digitales en esas naciones.
La inversión en innovación y desarrollo, es cierto, no resolverá por sí
misma los graves problemas de inclusión social en materia de acceso a
tecnologías complejas.
Pero mucho menos puede obviarse, en una región que, en
palabras de la CEPAL, “se muestra como la más desigual del mundo”.
@atenoriom
Antoniotenorio.com
El autor es Presidente de AlfabetizaDigital A.C.
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