El cruento y maléfico círculo vicioso de la baja inversión en innovación
Todos
los ejemplos mundiales así lo confirman, sin inversión en innovación no hay
manera de mejorar las capacidades tecnológicas de una nación.
Habíamos
ya hablado entre el círculo virtuoso que dispara la inversión en Investigación
y Desarrollo, y la formación científica y tecnológica en los países donde así
ha ocurrido.
Se
trata de que los procesos se modifiquen y de paso a que, basados en nuevas
habilidades, a tecnología posibilite alentar la generación de nuevos productos.
Impulsar
de manera sostenida esta ruta de inversión, pública y privada, orientada a la
generación de nuevas capacidades científicas y tecnológicas, se ve aún lejano
en América Latina y el Caribe.
Hemos
insistido en que, al hablar de capacidades tecnológicas, debe considerarse, a
la vez, este elemento como catalizador de un consumo más crítico e informado de
los propios bienes y servicios digitales y tecnológicos, que esto traería
consigo.
A
diferencia de países asiáticos que hacia principios de los años 70 trazaron su
ruta de inversión en I+D, en el caso de Latinoamérica y el Caribe resultan
decepcionantes.
Al
organizar en cinco grandes grupos a las naciones de acuerdo con su compromiso
presupuestal en I+D, vinculado a su Producto Interno Bruto, la región muestra
indicadores ínfimos.
Ningún
país latinoamericano o caribeño aparece en el primer segmento, que es el de
aquellas naciones que destinan más del 2% de su PIB a Investigación y Desarrollo.
En
el grupo de naciones que invierten en innovación entre el 1% y el 2%, Brasil,
que destina el 1.2%, es el único país de la región que aparece.
Al
nivel de Grecia y Sudáfrica, en el segmento de naciones que invierten entre el
0.5% y el 1% de su PIB en Investigación y Desarrollo, aparecen México, Costa
Rica y Argentina.
Cuba,
Chile, Ecuador, Uruguay y Colombia se ubican en el cuarto grupo. Esto es,
países que invierten en innovación entre el 0.2% y el 0.5% de su PIB.
Y,
por último, en el quinto grupo, el de las naciones con menos del 0.2% de
inversión se hallan Panamá, Bolivia, Paraguay, Guatemala y El Salvador.
“La
inversión en I+D es uno de
los principales indicadores del esfuerzo tecnológico e innovador.
A nivel
mundial, hay una correlación muy elevada entre esa inversión y el ingreso por
habitante de una economía”, señala la CEPAL en su informe 2016 sobre el tema.
Considerando,
pues, que los datos que se ofrecen parten de la base del “tamaño” del PIB de
cada país, el paisaje es muy complejo para la región.
Productos
Internos Brutos que son ya de suyo menores a los de los países desarrollados,
presentan inversiones más que insuficientes.
Bajo
un horizonte de alta desigualdad y bajo ingreso nacional per capita, sin un
esfuerzo tecnológico e innovador sostenido y a mediando, simplemente no se mira
cómo pueda romperse el lastre ancestral de la pobreza acumulada.
El
autor es fundador y preside AlfabetizaDigital A.C.
@atenoriom
antoniotenorio.com
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